lunes, 1 de marzo de 2010

¿Un Domingo Cualquiera?

Cualquier fin de semana es y era especial para mí. La pinta de un domingo perfecto, era entrenar temprano con Ángel y helarnos de frio mientras nos quejabamos del gobierno,de la vida y del trabajo. Corriendo corriendo nos contabamos las penas, nos entreteníamos e ibamos planteando metas de cara a próximas carreras y entrenamientos. Cuando terminabamos, estirar un poquito y lucir palmito ante los incrédulos transeuntes que a esas horas compran el periodico en el quiosco de Fermín. Con el cuerpo cansado y estirado, era de obligado cumplimiento un buén café y unos churros en el bar rancio de siempre, donde se juntas los atormentados a desayunarse un whisky o un soberano.

Tras el segundo desayuno, subir a casa y escuchar a María quejarse del aroma de corredor que transpiro. Ducha gratificante.

Apenas seco,jugar con Pablo, escuchar su voz, su sonrisa, pelearme con él porque no comía bien el desayuno. María regañandonos porque hacemos el remolón y jugamos, y no avanzamos. La estampa de un padre y un hijo que se quieren y disfrutan del tiempo juntos y de saberse complices de la mirada del otro.

Visteté y di las palabras mágicas: "a la calle". Un universo en una sola sonrisa al entender el paseo agradable que se avecina. Cualquier domingo. Podía ser el parque del barrio, el retiro, el Juan Carlos II o un sencillo paseo. En esos paseos, la vida era buena y perfecta, y merecía la pena vivir. El ser humano más rico en la tierra era yo,y no había nada en el universo por desear. Con un domingo cualquiera, yo era el más feliz de la creación.

Después del paseo,que contaros. A casita a comer, según el día,lo que hubiesemos preparado. Bien un buen guiso, bien un cordero asado, o unos huevos fritos que siempre nos sabían a manjar. Una siesta, hacer el vago y contemplar como María se vence por el sueño mientras comentamos la pelicula de Antena 3. El peque duerme, nosotros descansamos felices.

Y para no aburriros, aunque los domingos podían tener más cosas, el ritual perfecto era siempre así.

-¿y que nos importa a nosotros,me direis?
-Pues que este último domingo fue parecido. Incluyó un festejo por la tarde,pero es un dato meramente. Este último domingo, fue algo parecido.

Hay cosas que permanencen igual, como mi amor por Pablo,todo lo que le quiero, y lo muchísimo que llena y llenó mi vida, todo lo que aprendí y disfruté de él.

Hay cosas que han cambiado,y que estoy aprendiendo. Vega llegó a casa, me dió fuerza y energía.
Ahora, poco a poco aprendo con ella,jugamos lo poco que está despierta, y hago lo poco que se puede hacer con un bebé que tanto duerme.

Pero ahora,
un domingo cualquiera
vuelvo a ser un ser feliz
y un domingo
no es un domingo cualquiera,
sino un universo de sensaciones de felicidad,sólo para nosotros tres.

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